Las actividades acuáticas se convierten en una de las principales diversiones y entretenimientos durante el verano, ya que permiten refrescarse y realizar ejercicio al mismo tiempo. Sin embargo, si algunas de ellas se realizan sin la formación y las precauciones necesarias pueden desembocar en accidentes o problemas de salud, especialmente en los oídos. Los cambios de presión en el agua son uno de los principales factores de riesgo para sufrir lesiones y alteraciones auditivas, según el Hospital Universitario de Torrejón, perteneciente a la red pública de la Comunidad de Madrid.
Cuando una persona bucea y desciende en el agua, se somete a un aumento progresivo de la presión cuanta mayor es la profundidad. “La capacidad del oído de adaptarse a un cambio de presión dependerá de un correcto funcionamiento de la trompa de Eustaquio y de la intensidad y rapidez del cambio de la presión del entorno”, introduce la Dra. Lorena Sanz, jefa del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario de Torrejón. “Si nuestros oídos no son capaces de adaptarse al cambio, se da una diferencia entre la presión del aire en el oído medio y la presión del aire exterior del tímpano, produciendo un barotrauma que repercuta de forma dañina en el oído”, explica.
Esta alteración auditiva puede presentarse sin molestias o debutar con un leve taponamiento de oídos, una sensación de eco o líquido interno, autofonía, dolor intenso con hemorragia causado por la rotura del tímpano, mareo y pérdida de audición. Los casos más leves no precisan tratamiento y los síntomas desaparecen en horas, mientras que si hay congestión timpánica sin líquido en el oído medio puede tratarse con antiinflamatorios, pero tampoco es imprescindible.
En los casos más complejos, si hay un derrame en el oído – con o sin sangre –, el tratamiento se basa en descongestionantes nasales, corticoides intranasales y antihistamínicos para abrir la trompa de Eustaquio. Por último, si se ha producido una rotura timpánica, la mayoría de estas perforaciones cierran solas, suele tratarse con analgésicos y se valora una cobertura antibiótica. “Siempre que haya una bajada de audición brusca, salida de contenido hemorrágico o mareo intenso, es necesaria la valoración de un otorrinolaringólogo”, apuntan desde el servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario de Torrejón.
El barotrauma no sólo puede surgir durante la fase de inmersión, sino que también puede producirse al ascender rápidamente tras bucear en grandes profundidades, asociándolo con una enfermedad descompresiva. “Este caso se asocia a todos los síntomas anteriores, fatiga, dolor muscular y en las articulaciones, entumecimiento, hormigueo, debilidad en el brazo o en la pierna, inestabilidad, vértigo, dificultad para respirar y dolor torácico”, explica Lorena Sanz. Además de oxígeno, el tratamiento requeriría una cámara hiperbárica.
“En el caso de los niños, el barotrauma también puede surgir al realizar juegos de apnea para ver quién aguanta más sin respirar debajo del agua”, apunta la doctora. “Son más sensibles aquellos que presentan alergias persistentes, vegetaciones, infecciones de vías respiratorias superiores o que tengan otitis de repetición, ya que pueden tener limitada la compensación de su trompa de Eustaquio para equilibrar presiones”, concluye la jefa de servicio de Otorrinolaringología del centro torrejonero.