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Así es el yacimiento arqueológico del Soto del Henares de Torrejón de Ardoz

El yacimiento Soto del Henares se encuentra en las proximidades de la desembocadura del río Torote en el Henares, principalmente en la zona sur de lo que en su día se denominó Plan Parcial Soto del Henares.

Al comenzar los trabajos de urbanización de estos terrenos salieron a la luz una serie de restos que dieron lugar al hallazgo del yacimiento y a la consecuente actuación arqueológica que se llevó a cabo entre los años 2006 y 2007. Unos trabajos que fueron financiados por la Junta de Compensación Soto del Henares.

Todos los elementos extraídos en esos trabajos arqueológicos se pueden ver tanto en el Museo de la Ciudad de Torrejón de Ardoz (en réplicas, ya que los originales necesitan unas condiciones ambientales específicas), como en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá, donde se encuentran los originales. Concretamente, en el Museo de la Ciudad de Torrejón de Ardoz existen réplicas de los enterramientos encontrados, puntas de flecha, piedras de arado y molinos de mano.

El emplazamiento posee una situación privilegiada, ya que el estar ubicado en una zona elevada del valle fluvial del Henares le confiere un control visual del territorio circundante, sobre todo del propio valle. Es, además, una zona adecuada para el aprovechamiento agrícola y ganadero y está próxima a zonas aptas para la caza, lo que explica su prolongada ocupación.

Corresponde a la tipología de yacimientos de «campo de silos u hoyos», ya que el tipo de estructuras halladas corresponden en su mayoría a fosas excavadas en el terreno, principalmente silos, fondos de cabaña, agujeros de poste o zanjas longitudinales que tenían diferentes usos. En total se han podido documentar más de 1.000 estructuras de estos tipos. 

El asentamiento responde al patrón establecido para los yacimientos prehistóricos del centro peninsular ubicados en torno a los grandes ríos, con una ocupación diferenciada del espacio en función de las necesidades de cada periodo. 

Fases de ocupación

Se han podido diferenciar en el yacimiento cuatro grandes fases de ocupación: 

Neolítico. Es la fase más antigua y ocupa una superficie de una hectárea aproximadamente. Se han identificado cuatro zonas con materiales neolíticos procedentes de agrupaciones de hoyos de diferente morfología y dos posibles recintos, uno de ellos de unos 3.000 m². El material cerámico recuperado presentaba decoraciones impresas, típicas de este periodo que testimonian la existencia de una ocupación anterior al Neolítico Final.

Calcolítico. Parece corresponder a ocupación más extensa, de unas 16 hectáreas, con varios recintos de fosos, estructuras de hábitat y un enterramiento en fosa bajo túmulo. Las estructuras de esta fase corresponden principalmente a silos de almacenamiento con diversas formas. Las cabañas carecen de elementos como hogares o agujeros para postes en su interior.

De la fase Calcolítica Campaniforme se han excavado dos recintos, uno semicircular, donde se ha encontrado abundante material cerámico decorado y fragmentos de cuencos y vasos y otro circular formado por cantos de cuarcita. De esta fase también se ha documentado una estructura funeraria.

Se trata de una tumba múltiple en fosa con cubierta tumular, es decir, con un montículo hecho de tierra y piedras que cubría la tumba. En este túmulo se han documentado cerámicas y piezas líticas que corresponden a esta fase, pero los indicios de reutilización de la tumba permiten sospechar en un origen neolítico.

Imagen: Comunidad de Madrid

Edad del Bronce Pleno. Caracterizado por estructuras de hábitat y enterramiento. El mundo funerario o simbólico está representado en esta fase por un conjunto de inhumaciones simples o dobles, en las que el cadáver se ha depositado directamente en el interior de covachas excavadas en el terreno.

Dentro de esta misma fase cronológica encontramos además un depósito de carácter simbólico, ya que se trata del enterramiento de animales, concretamente ovicápridos, en un silo, cuya deposición parece responder a algún tipo de ritual. El registro material de este momento varía respecto al de periodos anteriores, con cerámicas que presentan mejores acabados y selección de las pastas y la generalización de formas carenadas.

Edad del Hierro Antiguo. Se localizó una ocupación muy pequeña en la zona suroeste del yacimiento, con cabañas delimitadas por agujeros de postes y estructuras de gran tamaño con rellenos caracterizados por la presencia de abundante material cerámico de calidad y una cuidada decoración.

En cuanto a la fauna del yacimiento, se aprecia como desde el inicio de la ocupación hay un predominio de las especies domesticas sobre las cinegéticas, destacando las bovinas y ovinas, empleadas las primeras más para usos secundarios (obtención de leche y como fuerza de tiro) y para carne las segundas. La caza va perdiendo relevancia desde el Neolítico, que es cuando más representación tiene. 

El paisaje que define el estudio de la fauna estaría bastante modificado por la mano del hombre, con gran cantidad de zonas abiertas de pastos y cultivos, evidenciado la existencia de una vegetación cuyas especies arbóreas y arbustivas están adaptadas a largos periodos de sequía y calor. Por todo esto, es común la presencia en el yacimiento de especies como garzas, ciervos, liebres y erizos.

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