En 2016, el pederasta fue condenado a 11 años de prisión por abusos sexuales reiterados a un menor de 13 años que padecía una discapacidad psíquica y con el que mantenía vínculos familiares.
La habilidad del condenado hizo que consiguiese escabullirse de la Policía, quien no ha dejado durante estos años de realizar toda una serie de indagaciones hasta conseguir dar con su paradero.
Y no lo tuvieron fácil. El agresor se apoyaba en la férrea seguridad de su familia más allegada, y para no ser localizado no tenía ningín tipo de posesiones a su nombre. Ni vivienda, ni coche, ni teléfono, ni facturas, nada que pudiese facilitar su paradero.
Además, tal y como se ha conocido ahora, se escondió en el domicilio familiar del que no salía bajo ningún concepto durante estos cuatro años. «Se averiguó que utilizaba a determinadas personas de su entorno familiar con el fin de pasar desapercibido para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y no dejar rastro alguno que permitiera identificar su presencia. Ni siquiera se asomaba a la ventana por miedo a ser visto», ha revelado la Policía. Estos familiares se encargaban de proporcionarle todo lo que él neccesitase.
Solo ha habido una ocasión en estos cuatro años en la que el agresor tuvo que salir de su domicilio. Fue a causa de la pandemia, ya que tuvo que ingresar en el Hospital por covid donde llegó a estar al borde de la muerte. Allí salvó el arresto al ingresar haciéndose pasar por su hermano.
Pero finalmente las pesquisas de la Policía Nacional consiguieron indentificar el piso como «sospechoso» y realizaron labores de vigilancia donde encontraron patrones de comportamiento entre los convivientes que les permitieron deducir que allí podía esconderse el violador.
Y como se aprecia en el vídeo superior, se personaron en el domicilio, al que tuvieron que acceder de manera forzada, encontraron y detuvieron al fugitivo, y le condujeron a dependencias policiales para concluir el proceso de su detención y comenzar los trámites para su ingreso en prisión.
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