Situada en la plaza Mayor, la iglesia de San Juan Evangelista se construyó a partir del siglo XVI. “Al principio fue una iglesia más pequeña, con dos capillas y dos naves. Durante esta época era costumbre enterrar a los muertos en la iglesia. A partir de 1784 se comenzaron las obras de ampliación que darían a la iglesia su actual fisonomía, de planta basilical, con tres naves y una cúpula”.
Un poco de historia…
Según la publicación municipal “Torrejón de Ardoz: una historia viva”, escrito por los autores José María Merino Arribas, Yolanda Ruiz Esteban, Luis Miguel Gutiérrez Torrecilla y Fernando García Manzanero, se desconoce la fecha de su construcción, aunque debió ser hacia el siglo XVI.
En dicho libro se documenta que en 1618 se realizaron diversas obras a cargo de Sebastián Velázquez y Juan Peñalosa, continuadas después en 1636 por Pedro de la Peña, quien ejecutó diversas reparaciones. Y a mediados de siglo XVII, se añadieron las tres naves de la iglesia, con el trazado de Juan Bautista Monegro, maestro mayor catedralicio.
«La Iglesia, tal y como la conocemos hoy, es producto principalmente de la ampliación que comenzó en 1784, siendo párroco de la Villa don José Antonio Esteban», añaden los autores.
Después de la Guerra Civil sufrió la última reforma, pero no afectó en nada a la estructura de 1788, ya que consistió en una pintura de muros, arreglo de piso, etc.
El templo tiene dos accesos: uno por “la pared del Sol”, que normalmente permanece cerrado, y otro, el principal, en los pies del edificio, bajo el coro, poseyendo ambas puertas una estructura adintelada.
Los enterramientos en la Parroquia
De acuerdo con la información de la web oficial de la Parroquia, se sabe que la práctica de los enterramientos en ella fue muy común hasta la inauguración del cementerio en 1788, cuando se prohibió por considerar esa costumbre «perniciosa para la salud”.
“La Iglesia, tal y como la conocemos hoy, es producto de la ampliación que comenzó en 1784. Esta obra consistió en la creación de las tres naves actuales, la gran cúpula sobre pechinas, la reforma de la Capilla Mayor, etc”, apuntan.
Y explican que, aunque durante la Guerra Civil se mantuvo la estructura fundamental, todo el interior fue arrasado, a excepción de la imagen de la Soledad y el cuadro de El martirio de San Juan Evangelista de Claudio Coello. “En los últimos años ha sufrido importantes reparaciones y obras que han variado su aspecto exterior e interior, dejando a la vista el ladrillo exterior y habilitando la capilla bautismal, entre otras refacciones”, aseguran.
Por su parte, los autores de «Torrejón de Ardoz: una historia viva», añaden: «hasta que se abrió el cementerio, la mayoría de las partidas de defunción del siglo XVIII en Torrejón de Ardoz, llevan explícito el correspondiente grado con que se enterró el difunto, comprendiendo un elenco entre el 1 y el 11».
“El martirio de San Juan Evangelista”, de Claudio Coello
Sin lugar a dudas, uno de los activos más importantes de la parroquia es la obra del famoso pintor Claudio Coello, ‘El martirio de San Juan Evangelista’, un cuadro que fue pintado en el año 1675 y que tiene un incalculable valor artístico. Claudio Coello (Madrid, 1642-1693) es uno de los más prestigiosos representantes de la escuela madrileña a partir de la muerte de Velázquez.
Como describe el Museo del Prado, los principales elementos de la obra son: “la caldera a la cual se arroja al Santo desnudo; a la derecha de la composición puede observarse un altar llameante, a los pies de una columna sobre la que se alza una estatua del dios pagano Júpiter (con el águila que lo simboliza) hacia la que señala un sacerdote con la cabeza velada; en la parte baja, los esclavos se afanan por mantener encendida la hoguera del martirio, vigilados por los soldados romanos; en el plano celeste, varios ángeles mancebos acuden a coronar al mártir, mientras sostienen la obra del Evangelista”.
Los autores del documento municipal «Torrejón de Ardoz: historia viva», hacen un análisis de la obra en la que Coello quiso reflejar el momento del martirio, en el que los verdugos, agarrando a San Juan que ocupa el centro del cuadro están a punto de hacerle cumplir el suplicio.
Según los autores, podemos dividir la obra en tres niveles:
Nivel 1: «El más bajo, en el que destacan dos cuerpos semidesnudos completamente agachados –casi tumbados–, que se preocupan en recoger leña para atizar el fuego de la hoguera. A la izquierda se halla en pie un personaje oscuro, desdibujado; en la derecha, donde se proyecta en diagonal la luz procedente del ángulo superior izquierdo, hay representados dos cántaros –naturaleza muerta o bodegón tan del gusto de la época–, uno de ellos caído, vertiendo el agua que un perro oscuro con manchas blancas se inclina a lamer», relatan.
Nivel 2: «El nivel del medio está protagonizado por San Juan, ocupando una situación central, iluminada en mayor medida que el resto de la obra. Éste aparece rodeado de sus verdugos, a la misma altura, y contemplado por otros personajes que se sitúan en el lado derecho y detrás de la caldera, y los lanceros de la izquierda», explican.
Nivel 3: «El nivel superior lo ocupan tres ángeles: uno de ellos a punto de entregar al Santo una palma y una corona de flores; los otros dos flotan en el aire, portando uno un cáliz y sujetando ambos la leyenda que ofrece un libro abierto», concluyen.
Parque Adolfo Suarez
La iglesia de San Juan Evangelista tiene en su lado norte un precioso remanso de paz, bautizado con el nombre de Parque Adolfo Suarez.
Este parque es mucho más reciente que la iglesia, data del año 2014 y fue inaugurado siendo alcalde Pedro Rollán. Como bien indica su nombre, se realizó en recuerdo de Adolfo Suarez, «el presidente del Gobierno que instauró la democracia en España». Una plaza recuerda que la libbertad y los derechos que disfrutamos hoy los españoles, son, en gran parte, fruto de su entusiasmo, valentía y entrega».
Sin duda merece la pena adentrarse en este recoleto parque y reposar por unos minutos sentado en uno de sus bancos, para evadirse del bullicio y las prisas del día a día y contemplar tanto la iglesia como las bellas figuras de la vegetación.
Fuente: Información extraída de la segunda edición del libro municipal «Torrejón de Ardoz: una historia viva«, escrito por los autores José María Merino Arribas, Yolanda Ruiz Esteban, Luis Miguel Gutiérrez Torrecilla Y Fernando García Manzanero.
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